jueves, 29 de marzo de 2007

SALVADOR ELIZONDO. A un año de la partida del Grafógrafo...

Un genio. Un petulante. Sentimientos encontrados -mas no contradicotorios- son los que acuden a mi ser al pensar en Elizondo.Yo soy de esos que disfrutan acercarse a un autor leyendo anécdotas y hechos significativos. Tanto lo que he leído como los documentales que se refieren al autor de Farabeuf, alguno de los cuales poseo, han configurado un material basado en la suposición de que el señor era intratable para los simples mortales que no estaban a su altura intelectual, ¡y qué altura! Entendámonos, el señor tenía absolutamente todos los merecimientos para hacer de sí mismo lo que quisiera, y él quería ser su personaje literario. Esa obsesión suya por concebir la realidad desde la escritura, desde una estructura conformada por el signo lingüístico en sus infinitas cadenas sintagmáticas y paradigmáticas, han hecho de su estilo escriturístico un constante homenaje a la inteligencia, como no hay muchos en nuestra tradición literaria. Elizondo perteneció a una generación de brillantes escritores (Juan García Ponce en la referencia obligada) que estuvo ligada (y él sobre todo) a la figura de Paz. Yo creo que a eso se debe el relativo silencio con respecto a su primer aniversario luctuoso. Pocos fueron los medios escritos que dedicaron páginas e este genio contundente.
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¿Qué decir de la obra de este hombre? Como mis opiniones son romas (como corresponde a un hombre de escasas luces) no diré nada que ya se haya dicho con respecto a los que muchos gustan señalar como su obra cumbre, Farabeuf. Me gustaría referirme a otras obras suyas igualmente impresionantes. El hipogeo secreto es una narración en donde la acción se va construyendo en la narración... es una novela metalingüística, si cabe decir semejante cosa. Pero también está la propia poesía, o la función poética, al llevar al texto más allá de la simple referencialidad para crear imágenes portentosas en las que se regodeaba el placer de escribir de Elizondo. Cosas como "¿Quién hubiera soñado, en una noche de quietud total, bajo las estrellas clarísimas, la Bóveda que es como un orgasmo de vuelo; como la precipitación de toda la música hacia las más tenebrosas profundidades de la altura?", o sus claras referencias a sus obsesiones: "...las páginas de la memoria que la concreta mediante la escritura;", o también "Si fuera una historia fantástica como las que inventaban los filósofos chinos para ilustrar sus aporías y sus paradojas, podría decir, por ejemplo, que la novela trata de un escritor que crea a otro escritor, pero que un día se percata de que él es un sueño de su propio personaje que ho ha soñado creándolo". Es el mismo leit motiv de su narración corta más justamente célebre, "El Grafógrafo", que me recuerda muy cercanamente tanto los dibujos recursivos de Maurits Cornelis Escher, como cierto autorretrato de Juan O'Gorman. La estructura que vuelve sobre sí misma y se convierte en su propio objeto de contemplación. Eso es El hipogeo secreto, una bella estructura que siempre se desarolla sobre sí misma.
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Elizondo dejó una obra pequeña (comparada con la de otros escritores más prolijos) pero riquísima en contenidos. Si mi amigo lector ha tenido la paciencia de llegar a este punto, ponga atención: si no conoce a Elizondo, más le vale que se vaya apurando a leerlo, porque vale la pena acercarse a una obra sin par de un monstruo de la literatura mexicana toda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Don Carlos, interesante, y sin duda me ha animado a leer a Elizondo.

Sólo un comentario, no mío, sino de mis ojos, un poco en broma y un poco en serio. Con respeto.

Señor Carlos Tapia:

Somos un par de secuaces que gustamos de entrometernos en donde se pueda, sin duda entrometernos en lo que usted escribe ha sido interesante, pero hemos sufrido, porque usted escribe textos largos y después de un rato las letras blancas sobre fondos negros nos cansan, y nosotros damos de comer al güevón que nos trae en su carota. Si pudiera usted hacer algo, se lo agradeceríamos.

Atte: Los ojos de Jonatan

Carlos Ricardo Tapia dijo...

Señores ojos de Jonatan. Tienen toda la razón. Procuraré hacer textos sobre fondos menos agresivos. Les agradezco sus comentarios. Saludos al güevón de mi amigo Jonatan.