lunes, 12 de marzo de 2007

Lectura y literatura.


Es frecuente escuchar que en nuestro país la mayor parte de la gente no lee, y que si lo hace, es para consumir productos de baja estofa y carentes de todo sentido estético. Posiblemente sea cierto, pero hasta en la ciudades más parcas en lo que se refiere a la existencia de librerías, como San Luis Potosí, encontramos libros excepcionales, que generalmente están a lado de ejemplares de títulos ya consagrados como "clásicos" en ediciones muy deficientes -"patito"- y con unas portadas de un gusto muy sospechoso. ¿Por qué existen esos libros? Yo creo que satisfacen una demanda muy alta en lo que se refiere a títulos que son privilegiados por los programas académicos de la enseñanza media y media superior, los cuales, según sus características intrínsecas, permiten el consumo, mas no la asimilación de la literatura "clásica". Si se consumen estos libros (en el sentido más estricto del capitalismo) entonces también se desechan, se tirán a un bote de basura o van a parar a las fauces de un perro. Por eso esos libros son feos, porque son desechables. Y este fenómeno es verdaderamente monstruoso, ya que da al traste con lo que el libro, como objeto de apreciación, debería generar, el amor a la lectura.
La lectura debería ser un ejercicio privilegiado para el enriquecimiento del espíritu humano, y entenderla como eso, como un ejercicio.
No estoy de acuerdo con aquellos que dicen que la lectura es un hábito, algo que se hace automáticamente, sin mediación alguna del raciocinio; el hábito es una conducta, por lo que responde a estímulos precisos que no requieren interpretación alguna: se hacen por hacer. Pero la lectura es una disciplina, un ejercicio, y por lo tanto, requiere un método, si se quiere laxo, pero método al fin y al cabo. El ejercicio continuo de la lectura permite abordar temas cada vez más complejos, al tiempo que permite una mejor expresión. Es una absouluta aberración eso de decir que el escribir es un acto puro de creación, por lo que no necesita de la lectura para realizarlo. Estupidez más grande no se puede decir (bueno, sí, el expresidente Fox es un loable ejemplo del que hila palabras que serían la envídia de Gurdulú, es escudero del Caballero Inexistente). La lectura posibilita, sin duda alguna, el cultivo del espíritu, amén de satisfacer una de las necesidades más bellas del ser humano, el de SER.

(En esta foto, tomada por la cronista de la vida del Maestro, la Sra. Paulina Lavista, aparecen platicando amenamente Juan José Arreola y Salvador Elizondo: todo un reto para el semiólogo, porque ¿cómo la interpretamos? ¿de qué están charlando? ¿se mofan de nosotros?).

6 comentarios:

Jonatan Gamboa dijo...

Don Carlos, concuerdo, como muchas veces, con usted, pero también aumento. La lectura tampoco debe ser considereda la panacea del conocimiento; para saber, vivir puede ser suficiente (puede serlo, usualmente no lo es). Aprender del sol y sus tránsitos, de la obtención de agua por medio de plantas (misterios oscurísimos para mí), son labores intelectuales nada despreciables. Al carajo ésos que creen que quien no lee es un ignorante (yo sé que usted no es de ésos), pues leer efectivamente, ejercicio y goce para tan pocos, es una de mil formas ede aprender los misterios ignotos de la vida. ¿No se ha maravillado usted de la evidencia del aprendizaje del niño que brinda una sonrisa para obtener el objeto del deseo que se le había negado?

Carlos Ricardo Tapia dijo...

Completamente de acuerdo con usted, camarada. Me he expresado mal. La lectura no es ni la única vía del conocimiento ni el único vehículo de goce. Yo se que hay otras formas (muchas) en las cuales se adquiere conocimiento y se aprehende. El paternal ejemplo es mi lado flaco, bien lo sabe. Lo que sí puedo decir es que la literatura me ha porporcionado muchísimos placeres a últimas fechas, así como la poesía o la música, pero la lectura no lo es todo en este mundo. De acuerdo.

Anónimo dijo...

Don Carlos, no es el medio más adecuado pero me felicita a la chamaca Irene, ya casi toda una adulta. Caramba, cuatro años, ¡cómo pasa el inch tiempo! ¡¡ESTAMOS VIEJOS!! Pero no se apure, la vida empieza a los cincuenta, dicen, ¿o a los cuarenta? No importa. Felicidades.

Anónimo dijo...

Profe Charlie:
Primero que nada, felicitaciones por su blog.
Su texto tiene, según yo, la influencia de los "ilustrados" que tanto le gustan, ¿verdad?
También creo que tiene razón en que cuenta mucho la parte física del libro, o al menos para mi. Confieso que he comprado libros (pocos, por ser estudihambre) por sólo verlos; además, también es por eso que los reconstruyo. Sí, el amor empieza por la vista.
Por último, no tengo el gusto de conocer aún a Salvador Elizondo, gracias por entremeterme la curiosidad.

Carlos Ricardo Tapia dijo...

Chio Pilongano preciosa: Gracias por tus comentarios. Compartimos ese amor fetichista por los libros: el palparlos, olerlos, sentirlos y desde luego, leerlos. Ojalá te guste Elizondo. Es un grande.

Anónimo dijo...

Huy. Seguramente Gurdulú (Aunque que me gusta más Homobestia; Aguilunlfo tendrá sus razones para preferir Gurdulú... en fin)
La onda es que la verba del expreciso no sería la única aspiración de Gurdudú; debería se runa envidia reciproca; la de Fox, creérsela, como Gurdulú se sintió genuinamente un muerto, un ave, un Rey.... Fox ni siquiera lo hizo como un ejercicio de voluntad para sentirse un presidente. Era un individuo gerenciando el país en una chamba de medio tiempo…
Para variar, no sé (y no aspiro a tanto) si los libros son una fuente de conocimiento o una fuente de gozo, o de necesaria inspiración, o de reconciliación con la maldita humanidad (“Este valle de cuerpos desnudos que se disgregan no me da más asco que la fosa común del género humano vivo”), pero intuyo que los libros que lo merecen, son más permanentes que nosotros…¿Entonces son bellos porque no son desechables? ah! tampoco sé.
Pensar sin orden no tiene el mismo mérito (es una ramplonería, sólo mi opinión) que aquel que lo puede hacer de una forma sistemática, hermosa y armónica) para vivir aplica lo mismo.
Los libros tienen cara, cuerpo, humor, gozo, ideas, experiencia, quien sabe. En muchos sentidos prefiero experimentar simbólicamente algunas cosas, en lugar de efectivamente convertirlas en vivencia… como matar…. ¡ah! Son pequeñas libertades de conciencia. Creo…
Saludos